¡Salva a tu pueblo, Dios mío! Salmos 25

 



Salmos 25

8-10 Dios mío, tú eres bueno

y siempre actúas con justicia.

Enseñas a los pecadores

a hacer lo bueno;

enseñas a los humildes

a hacer lo bueno y lo justo.

Con quienes cumplen tu pacto

y obedecen tus mandamientos

tú siempre actúas

con amor y fidelidad.


11 Dios mío,

es muy grande mi maldad;

pero por todo lo que tú eres,

te ruego que me perdones.


12 A los que te honran,

tú les muestras cómo deben vivir.


13 Mientras vivan, les irá bien,

y sus hijos heredarán la tierra.


14 Tú, mi Dios, te haces amigo

de aquellos que te honran,

y les das a conocer tu pacto.


15 Siempre dirijo a ti mis ojos,

pues sólo tú puedes librarme

de todo peligro.


16 Mírame, y tenme compasión,

pues estoy solo y afligido.


17 Más y más mi corazón

se va llenando de angustia;

¡quítame la tristeza!


18 Toma en cuenta que me encuentro

afligido y con problemas;

¡perdona todos mis pecados!


19 ¡Mira cuántos enemigos tengo!

¡Mira su odio tan violento contra mí!


20 ¡Líbrame de ellos!

¡No me hagas pasar vergüenza!

¡No dejes que me maten,

porque en ti busco refugio!


21 En ti he puesto mi confianza.

Mi honradez y mi inocencia

me harán salir victorioso.


22 ¡Salva a tu pueblo, Dios mío;

mira la angustia de Israel!