La Justicia y las Recompensas en el Reino de Dios Mateo 20:1-16

 

La Justicia y las Recompensas en el Reino de Dios 

Mateo 20:1-16

INTRODUCCIÓN 


Los discípulos continúan discutiendo quién sería el de mayor posición en el Reino


Que recompensas recibirán  de parte del Señor


CONTEXTO

¿Quién, pues, podrá ser salvo? 

Mateo 19

27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.


Mateo 20

1 Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; 4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. 5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. 6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? 7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. 8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. 9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. 10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, 12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. 13 Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? 14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. 15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? 16 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.


I LA GRACIA DE DIOS


Gracia - a todos igual 


El es justo y paga lo acordado 

Romanos 6

23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.


La Justicia en el Reino de Dios se basa en la misericordia y el perdón 


Aunque estábamos condenados a muerte por nuestros pecados Dios nos ofrece vida eterna si ponemos nuestra confianza en su hijo Jesucristo


Dios restaura nuestra relación con El mismo



II EL EGOÍSMO DEL HOMBRE


Compararnos y sentir envidia por los demás 


El esfuerzo o el tiempo y el dinero invertido, V.S. la actitud y el corazón 


1 Samuel 16

7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.


Mateo 15:8 

Este pueblo de labios me honra;

Mas su corazón está lejos de mí.


Una relación íntima con Dios 



III LOS PRINCIPIOS Y VALORES DEL REINO


En el Reino de Dios las cosas son diferentes que en el mundo


Los principios y valores en el Reino son diferentes a los del mundo 


Permitir que su amor y su verdad transforme nuestro corazón 


CONCLUSIÓN


La Justicia de Dios no es la misma que la del hombre


Las Recompensas en el Reino son por los principios y valores del Reino


Si conocemos a Dios, conoceremos como es El, como piensa, cómo actúa, que le agrada


Y la meta es parecernos cada día al Hijo de Dios